La joven Astraega apenas podía seguir el ritmo de sus dos nuevas compañeras. Todavía no había podido recuperarse de las heridas sufridas en su última batalla, y las pocas fuerzas que le quedaban las había utilizado en mantener con vida a su compañero Damien, que luchaba contra la muerte en los oscuros sótanos de su guarida.
Las dos mujeres que la acompañaban eran dos guerreras. Parecidas y a la vez tan diferentes.
La primera parecía delicada como una flor. Vestía unas ropas que jamás había visto antes. Una especie de túnica corta atada con un cinturón ancho. Todo muy colorido con motivos florales. Astraega dudaba que sus ropas fuesen capaces de detener el filo de una espada. La espada… La espada de la mujer era lo primero que atrajo la atención de la joven. Era larga, estilizada, con un filo que parecía cortar el mismo aire. Y vibraba. Vibraba con una voz propia, terrible y poderosa. Era una espada hecha para matar, que ansiaba matar a todo aquel que estuviese a su alcance… incluso a su portadora.
Su otra compañera era más robusta. Podía ver como se le marcaban los músculos de las piernas bajo el peso de su plateada armadura. En más de una vez, Astraega quiso preguntarle de dónde procedía esa indumentaria puesto que era similar a la que usaban los ejércitos de iglesia. Pero no se atrevía. Pese a la fuerza que emanaba su figura, era bonita. Su pelo era largo y rubio y sus grandes labios de un rojo sangre intenso. Y sus ojos… Sus ojos eran bondadosos. Astraega podía sentirlo con tal intensidad que apenas podía sostenerle la mirada. ¿Sería una Santa como ella?
La misión en el templo de Variniassa había sido todo un éxito y habían conseguido desbloquear el cuarto círculo mágico. Según las explicaciones de Dereck, solo quedaba uno y descubrirían la procedencia de la distorsión mágica. Por desgracia las brechas interdimensionales habían comenzado a dejar pasar sombras tenebrosas a este mundo, y las diferentes organizaciones se habían afanado en intentar hacerse con el control de estos avatares caóticos.
Pero Astraega estaba decidida. Mientras lucharan contra ellos no le importaría prestar su ayuda y sus poderes a sus nuevos compañeros errantes. Por el bien mayor.
Mientras lucharan contra ellos…
HURGRIM