Relatos de Campañas: Verónica

Las Sombras, hervidero de maleantes, ladrones, asesinos. Un lugar oscuro y tenebroso, lleno de callejuelas y esquinas. Con solo entrar en Las Sombras uno se sentía acechado, vigilado por unos ojos invisibles y oprimidos por unas garras que parecían atenazar el valor.
Las Sombras, el lugar perfecto para Verónica.

El imponente edificio en el que se encontraba el Gremio de Ladrones se alzó ante ella.
«Pan comido» –  pensó mientras con un prodigioso salto conseguía aferrarse al saliente de una columna.
Con un elegante movimiento, se impulsó con sus largas piernas y alcanzó el alféizar que tenía sobre ella. Una vez arriba, llegar hasta la habitación de Lord Downey, cabecilla del Gremio de Asesinos, fue fácil. Los movimientos de Verónica al escalar por las paredes eran gráciles, precisos… El único sonido que producía era el susurro casi inaudible de su vestido al ondearse con la brisa nocturna. Un último salto, y consiguió llegar a la ventana de la habitación de Downey. Con sus afiladas cuchillas, abrió el seguro de la ventana y entró. El cabecilla del gremio de ladrones dormía plácidamente en su enorme cama. Verónica se acercó, grácil como un gato con una sonrisa en la boca. Siempre sonreía cuando trabajaba.

Lord Downey se despertó al sentir el frío metal rozar su cuello. Al abrir los ojos vio el destello ámbar de unos ojos que lo miraban, divertidos y peligrosos. 

Vengo a negociar con usted – dijo una dulce voz.

 HURGRIM

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